Sin Titulo. 1970. Esteban Villaparedes
Carlos,
el mayor de mis hermanos, tenía la costumbre de estudiar su guitarra en la
entrada de la casa, en el piso rojo debajo del
balcón. Cuando practicaba lo acompañaba “el negrito” un perrito “cacri”
que se echaba a su lado. En sus pausas tomaba una tacita de café negro, lentamente,
saboreando cada sorbo. Así, en las tardes cuando llegabas del colegio o del
fútbol te recibían los valses de Lauro, los estudios de Bach en la guitarra de
Carlos acompañado del perrito.
A veces
practicaba en la sala, el mismo repertorio y acompañado del perrito, pero el
contexto era distinto en la sala de mi casa estaban los cuadros de mi tío
Villaparedes, telas, pinturas y bocetos que había hecho en su periodo estudiantil.
Por
lo tanto, la pintura de mi tío me sonaba a vals venezolano.
Con los años, Carlos, que siempre componía, se dedico a
componer especialmente para la guitarra, valses, merengues, joropos, canciones
también suites al estilo barroco. Hace poco publicó en
la red “El vals de Villaparedes”.
Fue inevitable al escuchar el vals recordar la casa, a
Carlos Enrique, su guitarra y al perrito.
Esa experiencia se funde en el recuerdo.
Que falta hace en estos momentos una tarde solaz después del fútbol.
Aquí “El vals de Villaparedes”: https://www.youtube.com/watch?v=5DQaU7lJQTo
Daniel Atilano
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