Capilla de San José de los Altos. Foto José Ilidio Spinola |
Viví en San José de
los Altos cuando era niño, tendría 6 o 7 años. Recuerdo que era un pueblo
húmedo y frío. La casa veía hacia los Valles del Tuy, eso era lo que decían mis
hermanos mayores y los adultos cuando veíamos hacia la lejanía. Ir para Caracas
era un viaje.
Era un pueblo de calles
empinadas, la única vía plana estaba frente a la plaza de la iglesia. Esta
particularidad más que ser un problema era una oportunidad para los muchachos
de aquella época. En diciembre antes del
día 24 de solía haber patinatas frente a la plaza de la iglesia. Los muchachos
se levantaban muy temprano, como a las cuatro y media de la mañana salían con
los amigos a esa hora a patinar, las calles en bajadas trocaban en rampas de deslizamiento bajo las
ruedas metálicas de los patines “Winchester”.
La aventura comenzaba la noche anterior cuando dejaban todo
preparado, al escuchar las “piedritas en
el vidrio de las ventanas” todos salían disparados a la plaza a patinar. Los
más pequeños no nos dejaban ir porque “eso era cosa de muchachos”.
Una vez nos llevaron a las
patinatas, imagino que mi mamá quería que viéramos de qué se trataba todo
aquello, ya que en su niñez y juventud ella había patinado en el Parque los
Caobos en Caracas. Siendo tan pequeño no entendía lo de la “misa de aguinaldo”
todo estaba oscuro y el cura daba la misa, me preguntaba: ¿para qué son los
patines? lo comprendí después. En la iglesia me llamó la atención la presencia
de instrumentos (cuatro, chapero,
tambor, furruco) y el canto de
aguinaldos, todos se sabían la letra, creo que allí fue donde escuché por
primera vez el “Niño
Lindo”. Después todos, hasta el cura, salían frente a la iglesia, cantaban
parrandas, patinaban, algunos se
lanzaban por la bajada. Descubrí más tarde que mis hermanos y sus amigos,
ciertamente, disfrutaban toda la
experiencia, sin embargo, lo más importante para ellos no era ni la misa, ni
los aguinaldos, ni siquiera la patinata, eran las muchachas. Finalmente, cuando
salía el sol, todos regresaban a sus casas.
En esa época la música se
manifestó en mi casa de muchas y diversas maneras. Por una parte, el aguinaldo y la parranda que
se tocaban en las patinatas fue retada por
la recién llegada gaita maracucha, recuerdo particularmente a La Suegra que se escuchaba por radio, se popularizó en Caracas,
San José de los Altos no escapó de su influencia. El ritmo pegajoso y rápido de
la gaita con cuatro, charrasca, furro y tambora junto a la letra divertida y
directa gustó mucho.
La otra influencia musical que
enloqueció a los jóvenes de ese momento vino del exterior a través de la radio
y la televisión, los Beatles.
Recuerdo la comiquita de
los Beatles que pasaban por
aquella televisión en blanco y negro. Los muchachos cambiaron su apariencia,
vistieron camisas de bacterias, pantalones de pana y botines. La influencia fue
tal que formaron un grupo, los We,
tocaron en televisión, fue todo un acontecimiento en la cuadra. Ese grupo de
convertiría años más tarde en el grupo Aditus.
Siendo niño aguinaldos,
parrandas, gaitas y rock de los Beatles
se juntaron en el recuerdo de un pueblo de los Altos Mirandinos en manos de mis
hermanos mayores. Lo provinciano y tradicional se unió con lo urbano e
internacional. Penny Lane por Pepperland disparó esta evocación.
¿Qué recuerdos tendrá en un
futuro un niño de 6 o 7 años de hoy?
Daniel Atilano
Gracias Daniel por tu escrito, esta de maravilla. describes a perfeccion lo que sentiamos los que tuvimos la suerte de crecer en San Jose delos Altos. Tu musica? De Primera!!
ResponderEliminaryo no me inmagine conoser un pueblito tan familiar...ya que mi papa el sangento sanchez que estaba siempre en la alcabala....cuidando el que entraba y salia..y a todos los saludaba..me llamo la atencion de tanta gente que quizas unos eran del pueblo y otros no pero mi papa a todos los saludaba...me encanta ahora despues de tantos años ver como en nuestra juventud vivimos estos tiempos sanos y familiares...con cariñp ..selenis sanchez,..
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