sábado, 30 de mayo de 2020

El vals de Villaparedes


Sin Titulo. 1970. Esteban Villaparedes 

Carlos, el mayor de mis hermanos, tenía la costumbre de estudiar su guitarra en la entrada de la casa, en el piso rojo debajo del  balcón. Cuando practicaba lo acompañaba “el negrito” un perrito “cacri” que se echaba a su lado.  En sus pausas  tomaba una tacita de café negro, lentamente, saboreando cada sorbo. Así, en las tardes cuando llegabas del colegio o del fútbol te recibían los valses de Lauro, los estudios de Bach en la guitarra de Carlos acompañado del perrito. 

A veces practicaba en la sala, el mismo repertorio y acompañado del perrito, pero el contexto era distinto en la sala de mi casa estaban los cuadros de mi tío Villaparedes, telas, pinturas y bocetos que había hecho en su periodo estudiantil. 

Por lo tanto, la pintura de mi tío me sonaba a vals venezolano.

Con los años, Carlos, que siempre componía, se dedico a componer especialmente para la guitarra, valses, merengues, joropos,  canciones  también suites al estilo barroco. Hace poco publicó en la red “El vals de Villaparedes”. 

Fue inevitable al escuchar el vals recordar la casa, a Carlos Enrique,  su guitarra y al perrito. Esa experiencia se funde  en el recuerdo.  

Que falta hace en estos momentos una tarde solaz después del fútbol.

Aquí “El vals de Villaparedes”: https://www.youtube.com/watch?v=5DQaU7lJQTo


Daniel Atilano

sábado, 16 de mayo de 2020

Aquiles Nazoa 100° Aniversario

Aquiles Nazoa (1920-1976) 

Aquiles Nazoa empalmó en su poesía  la experiencia de la generación de mis padres con la mía a través de su visión Caracas. En su  ingenio poético pudo interpretar  un ser caraqueño que dio  continuidad al siglo XX, tan moderno, tan cambiante y, a su vez, tan provinciano.
Su obra  se enlaza con otros  artistas y  la  cotidianidad  que retrató de una Caracas que fue y que, sin quererlo,  sigue siendo.  Reveron, Cabré,  el tranvía, la  Ciudad y su música, el centro de Caracas,  la Universidad Central,  ese modo de referirnos a las cosas.
Ana Teresa Torres en “Fervor por Caracas”, acertadamente, ubica a Aquiles en la ciudad y la memoria, lo hace  a través de la ventana caraqueña, como si se asomara a través del tiempo.   
El tono popular de su poesía muestra el hablar y picardía propia e inconfundible de sus habitantes. A algunos les disgusta esa manera de escribir, no se identifican con él, sin embargo, éstos también están incluidos en su prosa.
Su autenticidad es tal que algunos pretenden apropiarse de su vida y obra,  intentando decir que pertenece a tal o cual lado. Sin embargo, es Aquiles Nazoa, un patrimonio tan genuino como el cuatro, la arepa, el Ávila o la Universidad Central. Nos pertenece a todos.
En estos tiempos de obligatoria lectura quizás podríamos conectar a través de Aquiles con nuestro siglo pasado, aún reciente, es entender un poco nuestra forma de ser desde su  prosa popular. Podemos, así,  descubrir una ciudad que fue y que aún es, aunque a veces,  como nos dice Héctor Torres, muerde.
Aunque vivimos tiempos de cambios profundos, de gran incertidumbre es importante conectar con lo que somos, pero… ¿Qué somos? Estamos obligados a descubrirnos ¿Qué valores nos guían? ¿Cómo seguimos hacia delante? ¿Sobre cuál brújula  basamos el trazado de nuestra ruta? No nos queda otra que revisar nuestro origen, redescubrir de dónde venimos,  donde nos perdimos. Registrar aciertos y desaciertos, encontrar las trazas de lo que somos para reiniciar el camino con un rumbo basado en nuestras certezas y evidencias.
En este cambio de ciclo y de siglo muchos maestros se han ido, en su vida y obra han dejado trazas, testimonios y evidencias  de la ruta podríamos seguir.  Son maestros,  es preciso ser sinceros y  claros para comenzar nuestro rencuentro con lo que somos.  
En estos tiempos de diáspora,  pandemia, educación a distancia es necesario que tengamos referencias de nuestros creadores y artistas venezolanos sobre todo los niños nacidos en este siglo. Creo necesario divulgar la obra de Aquiles y colaborar en su difusión.
En tal sentido, deseo compartir, en este sencillo homenaje el primer acto mi obra o sainete musical “Las Desventuras de Fausto”, obra en tres actos cortos, adaptada para el medio digital. 
Disponible en el disco Pequeña Historia, publicado en 2011.


Las Desventuras de Fausto, Aquiles Nazoa
Música: Daniel Atilano

Daniel Atilano