Dres. Hugo Quintana y Daniel Atilano. |
Reflexiones Compartidas
El siguiente texto expresa las reflexiones compartidas en el Discurso de MSc. Daniel Atilano, Graduando del Doctorado en Arquitectura, en representación de los graduandos de los distintos programas de postgrado que se dictan en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. 29 de Octubre de 2015.
Saludos a las autoridades,
coordinadores, tutores, profesores, compañeros, familiares y amigos.
Gracias a la Facultad de
Arquitectura y Urbanismo y a la Universidad Central de Venezuela, por darme la
oportunidad de representar a los
graduandos y dirigir estas palabras a tan honorable audiencia.
Quiero igualmente, expresar mi
profundo agradecimiento a esta Universidad que me ha formado desde muy
joven y a la que le debo las más gratas experiencias, amistades y familia.
La cotidianidad se define como “característica de lo que es
normal porque pasa todos los días” esta cualidad en Venezuela se ha convertido
en incertidumbre. En ese sentido, estudiar y enseñar en Venezuela es una
aventura. Más aún, en Caracas esta experiencia puede llegar a ser una aventura
extrema.
En estos tiempos actuales, el acto de estudiar, enseñar e investigar se
reviste de cierto grado de heroicidad. Me refiero a las personas que se
distinguieron por haber realizado una hazaña extraordinaria, especialmente si
requirieron de mucho valor. Muchos
estudiantes y profesores han mostrado esa particularidad.
Otras características que se
necesitan para el estudio, la enseñanza y la investigación, son entereza,
convicción y paciencia. Sin embargo, estudiar en nuestro entorno actual pone a
prueba estas virtudes. Corremos el riesgo de pasar abruptamente de un acto
sublime a uno caricaturesco. Me explico, una reflexión en la filosofía de Kant
puede ser interrumpida con una llamada urgente anunciando la llegada de cualquier
artículo de primera necesidad que llegó al abasto. Reflexionar sobre Kant
contra la falta de jabón en tu casa bien puede ser un dilema y llevarte a una
desconexión automática del pensamiento profundo. Desarrollar una investigación
solicita del investigador mucha atención y concentración. En estos tiempos de
crisis o de revés, como quisiera llamarlo, estas virtudes se ponen a prueba.
Así, la incertidumbre es nuestra
cotidianidad.
Quisiera recordar en este
instante un editorial de un programa matutino de radio que refería sobre el currículo de un chofer, muy divulgado y
comentado a través de las redes sociales y reuniones vinculadas a nuestro
oficio. Un profesor universitario de esta casa de estudios, dada la
incertidumbre económica que está viviendo, lo llevó a prestar un servicio de
chofer a un reconocido periodista y locutor. El profesor le obsequió un libro
al periodista, luego de hojearlo éste
leyó el impresionante currículo del autor del cual refirió “es para estar legítimamente orgulloso”. Lamentó, posteriormente, que estuviera
ejerciendo de chofer pudiendo dedicarse dignamente a su profesión si las
circunstancias fueran otras. Mi sorpresa fue descubrir que protagonista del
editorial era mi tutor de tesis doctoral: Hugo Quintana
En aquel momento vino a mi mente
el texto de una canción infantil de María Elena Walsh que años atrás solía
enseñaba a niños de primaria, El
mundo del revés, el verso era:
Me dijeron que en el Reino del
Revés
Nadie baila con los pies,
Que un ladrón es vigilante y
otro es juez
Y que dos y dos son tres.
Entendí luego, que lo que el profesor Quintana sostenía era una legítima, honorable
y heroica protesta. El contrato de los profesores de dedicación exclusiva su
contrato no les permite tener otro trabajo a menos que renuncien a su cargo.
Luego de 18 años de excelente labor docente e investigativa, sería una
debilidad echar por la borda tantos años por una circunstancia económica. Por
lo tanto, en su tiempo libre, con su carro hacia “carreras” para que su sueldo
le cubra la quincena. Y así, no renuncia a lo que tanto desea y ama hacer:
estudiar, enseñar e investigar.
Toda esta incertidumbre puede
fácilmente llamarnos al desanimo y al desaliento. No nos confundamos, llama a
los espíritus fuertes a vencer las adversidades o como dice nuestro himno
universitario “a vencer las sombras”.
La Universidad Central de
Venezuela tiene 294 años de fundada, es la más antigua del país y posee la más
alta matricula estudiantil de todo el país. Está presente en las familias
venezolanas como el camino de la superación y formación de nuestros jóvenes. Por tal razón, muchos
gobiernos han pretendido someterla y manipularla, algunos la han intervenido y
cerrado por algún tiempo.
Aunque en estos tiempos ha sido
duramente golpeada y a pesar que algunos espíritus débiles que han salido de sus aulas y han tratado de
doblegarla, es ingenuo creer que se puede vencer y someter. Hay mucha
esperanza, juventud, historia y valores
dignos que la sostienen y no ha sido la primera vez que nuestra honorable
universidad pasa por esta vivencia.
Los que estamos aquí hoy
recibiendo este reconocimiento, estamos demostrando que a pesar de la
adversidad este logro y esfuerzo brilla con luz propia y se proyecta hacia el
futuro con esperanza.
Este tiempo de incertidumbre
cotidiana pasará a ser solo un lejano y vago recuerdo.
Estoy seguro que a nuestro
país llegarán nuevos tiempos donde el
sosiego, la serenidad y la paz sea
nuestra cotidianidad y que permita a estudiantes y profesores estudiar, enseñar
e investigar con dignidad en un ambiente de seguridad, división respetuosa y
convivencia que acepta la diversidad. Virtudes que siempre han caracterizado a
nuestra Universidad Central de Venezuela.
Muchas gracias.
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