domingo, 1 de noviembre de 2015

Reflexiones

Dres. Hugo Quintana y Daniel Atilano. 


Reflexiones Compartidas


El siguiente texto expresa las reflexiones compartidas en el  Discurso de MSc. Daniel Atilano, Graduando del Doctorado en Arquitectura, en representación de los graduandos de los distintos programas de postgrado que se dictan en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. 29 de Octubre de 2015.

Saludos a las autoridades, coordinadores, tutores, profesores, compañeros, familiares y amigos.
Gracias a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y a la Universidad Central de Venezuela, por darme la oportunidad  de representar a los graduandos y dirigir estas palabras a tan honorable  audiencia.
Quiero igualmente,  expresar mi  profundo agradecimiento a esta Universidad que me ha formado desde muy joven y a la que le debo las más gratas experiencias,  amistades y familia.
La cotidianidad  se define como “característica de lo que es normal porque pasa todos los días” esta cualidad en Venezuela se ha convertido en incertidumbre. En ese sentido, estudiar y enseñar en Venezuela es una aventura. Más aún, en Caracas esta experiencia puede llegar a ser una aventura extrema.
En estos tiempos actuales,  el acto de estudiar, enseñar e investigar se reviste de cierto grado de heroicidad. Me refiero a las personas que se distinguieron por haber realizado una hazaña extraordinaria, especialmente si requirieron de mucho valor.  Muchos estudiantes y profesores han mostrado esa particularidad.
Otras características que se necesitan para el estudio, la enseñanza y la investigación, son entereza, convicción y paciencia. Sin embargo, estudiar en nuestro entorno actual pone a prueba estas virtudes. Corremos el riesgo de pasar abruptamente de un acto sublime a uno caricaturesco. Me explico, una reflexión en la filosofía de Kant puede ser interrumpida con una llamada urgente anunciando la llegada de cualquier artículo de primera necesidad que llegó al abasto. Reflexionar sobre Kant contra la falta de jabón en tu casa bien puede ser un dilema y llevarte a una desconexión automática del pensamiento profundo. Desarrollar una investigación solicita del investigador mucha atención y concentración. En estos tiempos de crisis o de revés, como quisiera llamarlo, estas virtudes se ponen a prueba. Así,  la incertidumbre es nuestra cotidianidad.
Quisiera recordar en este instante un editorial de un programa matutino de radio que refería sobre el currículo de un chofer, muy divulgado y comentado a través de las redes sociales y reuniones vinculadas a nuestro oficio. Un profesor universitario de esta casa de estudios, dada la incertidumbre económica que está viviendo, lo llevó a prestar un servicio de chofer a un reconocido periodista y locutor. El profesor le obsequió un libro al periodista, luego de hojearlo  éste leyó el impresionante currículo del autor del cual refirió “es para estar legítimamente orgulloso”.  Lamentó, posteriormente, que estuviera ejerciendo de chofer pudiendo dedicarse dignamente a su profesión si las circunstancias fueran otras. Mi sorpresa fue descubrir que protagonista del editorial era mi tutor de tesis doctoral: Hugo Quintana
En aquel momento vino a mi mente el texto de una canción infantil de María Elena Walsh que años atrás solía enseñaba a  niños de primaria,  El mundo del revés, el verso era:
Me dijeron que en el Reino del Revés
Nadie baila con los pies,
Que un ladrón es vigilante y otro es juez
Y que dos y dos son tres.

Entendí luego,  que lo que el profesor  Quintana sostenía era una legítima, honorable y heroica protesta. El contrato de los profesores de dedicación exclusiva su contrato no les permite tener otro trabajo a menos que renuncien a su cargo. Luego de 18 años de excelente labor docente e investigativa, sería una debilidad echar por la borda tantos años por una circunstancia económica. Por lo tanto, en su tiempo libre, con su carro hacia “carreras” para que su sueldo le cubra la quincena. Y así, no renuncia a lo que tanto desea y ama hacer: estudiar, enseñar e investigar.
Toda esta incertidumbre puede fácilmente llamarnos al desanimo y al desaliento. No nos confundamos, llama a los espíritus fuertes a vencer las adversidades o como dice nuestro himno universitario “a vencer las sombras”.
La Universidad Central de Venezuela tiene 294 años de fundada, es la más antigua del país y posee la más alta matricula estudiantil de todo el país. Está presente en las familias venezolanas como el camino de la superación y formación de  nuestros jóvenes. Por tal razón, muchos gobiernos han pretendido someterla y manipularla, algunos la han intervenido y cerrado por algún tiempo.
Aunque en estos tiempos ha sido duramente golpeada y a pesar que algunos espíritus débiles  que han salido de sus aulas y han tratado de doblegarla, es ingenuo creer que se puede vencer y someter. Hay mucha esperanza,  juventud, historia y valores dignos que la sostienen y no ha sido la primera vez que nuestra honorable universidad pasa por esta  vivencia.
Los que estamos aquí hoy recibiendo este reconocimiento, estamos demostrando que a pesar de la adversidad este logro y esfuerzo brilla con luz propia y se proyecta hacia el futuro con esperanza.
Este tiempo de incertidumbre cotidiana pasará a ser solo un lejano y vago recuerdo.
Estoy seguro que a nuestro país  llegarán nuevos tiempos donde el sosiego, la serenidad y  la paz sea nuestra cotidianidad y que permita a estudiantes y profesores estudiar, enseñar e investigar con dignidad en un ambiente de seguridad, división respetuosa y convivencia que acepta la diversidad. Virtudes que siempre han caracterizado a nuestra Universidad Central de Venezuela.

Muchas gracias.